Por encima de las nubes




 Mientras bailáis encima de las nubes


dejadme deciros que os echo de menos

que en mi soledad, aún huelo vuestro perfume

y proyecto, de frente, todos mis miedos.


Buscáis, por allí arriba

a los genios que más se os parecen:

Antonio Molina

Enrique Morente


Y de repente, cuando llega la noche

busco yo mi telescopio

grito vuestro nombre

y deseo veros entre galaxias, 

en un nuevo episodio.





He decidido para mañana,

buscaros en sueños

montando en una nave espacial:


“Despegamos, Nave almohada

perfectamente preparada”


Se oye un MERCURIO

sois vosotros hablando.

Veo como le dices a la abuela:

“Nunca dejare de aMARTE


Suena un pasodoble

Os veo bailando

“Sigues siendo igual de noble”

te dice, mientras os fundís en un eterno… abrazo.


Sigues cuidándola como lo hacías

cuando ella estaba malita

y la mirabas con orgullo pensando:

     “Ya llevamos toda la vida”





Y él, allí flotando sólo en su JUPITER

sin profesor, pero queriendo dar clase.

“Te echo de VENUS

resuena en el eco del aire.


Después vuelvo a la TIERRA,

despierto.

Beso a la abuela

y pienso: “Disfrutemos, el futuro es incierto”





Y tú la cuidas andando sobre las nubes

sin reconocerla y esperando a recibirla

con las entrañas abiertas.


Aunque egoísta

piensas en que podría adelantar su llegada

y a ti eso te encantaría.

Esperas, como Joaquín sabina en la calle melancolía:




Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido

Que viene de la noche y va a ninguna parte

Así mis pies descienden la cuesta del olvido

Fatigados de tanto andar sin encontrarte”






¿Cómo has acabado ahí postrado

si odias cualquier medio de transporte que no cruce el mar?

¿Cómo vas a hacer ahora, desde ese altar,

con el miedo que le tenías a no ser recordado?


Allí estás observando sentado

viendo desde arriba cómo ella no te recuerda,

cómo ha olvidado todo lo que le rodea

y como ni siquiera es capaz de poner la mesa.




Voy a volver a dormirme y voy a subirla en un globo aerostático

para que os juntéis un ratito los cuatro,

que aún la necesito aquí abajo.




Haz de maestro de ceremonias y ponles a ellos el tocadiscos

aunque sea solo por un rato.


Disfruta allí arriba de como bailan un pasodoble

mientras tu no sueltas su mano

como hiciste en tantas tardes de cine de barrio.



Podéis cantar villancicos

que ya llego la navidad

o podéis bajar un ratito

por la escalera celestial.


Hazme esas flores

que tanto me gustaban

que aún luce el candil sin encenderlo

en semana santa.


Cantame una paloma blanca

mientras te damos palmas

ríete y contágianos de nuevo

de tus carcajadas.


Dejadme abrazaros un ratito más,

oler ese puchero

el olor de ese puro

del que aún quedan marcas de guerra 

en el cenicero.




“Pero la vida siguió, como siguen las cosas

que no tienen mucho sentido…”

“Los besos que perdí, por no saber decir: te necesito”






Mientras, ella sigue aquí abajo

cantando la cucaracha

contando historias de cuando era muchacha

y buscando el momento de morir bailando.




“Te quiero, cariño”,

me dice mientras se olvida de mí con un guiño,

disipa todas las dudas y mira por la ventana.






Y ojalá que esta historia, se repita otra vez mañana.





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